La carencia de este elemento es un tema recurrente a nivel mundial, pero Chile cuenta con cerca de cinco mil kilómetros de mar ¿La estaremos aprovechando bien?
Cuando se habla de desalinización del agua, lo primero que se nos viene a la mente es una gran planta industrial sumamente compleja y tecnológica, que requiere de una gran inversión y de muchos especialistas extranjeros para que funcione, ya que tendemos a asociar que en Chile no existen estos tipos de avances.
Contrario al pensamiento popular, nuestro país es pionero en desalinización de agua de mar. Está debidamente documentado que una de las primeras plantas de América se instaló en Antofagasta en 1882 y abasteció a toda la población de esa ciudad por años. De hecho, hay en Chile empresas como Vigaflow especializadas en el acondicionamiento, purificación y reutilización de agua mediante el uso de tecnologías limpias tales como osmosis inversa (desalinización), ultrafiltración, filtración e intercambio iónico, entre otras.
La desalinización del agua de mar se realiza principalmente a través de osmosis inversa, una tecnología de purificación del agua que utiliza una membrana semipermeable para eliminar iones, moléculas, y partículas más grandes del agua potable. En el caso de Vigaflow, las plantas pueden ser libres de químicos y hasta cierto tamaño, incluso pueden operar con energía solar, para no afectar el medio ambiente. Las capacidades pueden ser desde menos de 1 m3/día hasta por ejemplo 5.000 m3/día, sin necesidad de grandes obras marinas ni civiles.
Sin embargo, el principal obstáculo para desalinizar son los permisos, ya que con la actual legislación lo más complicado es conseguir una concesión marítima. Además, existen vacíos legales y conflictos de interés entre las decenas de entidades relacionadas al problema del agua, lo que dificulta la aprobación de proyectos.
“Mientras se modifican las políticas públicas que faciliten el desarrollo de buenos grandes proyectos de desalinización, se podrían implementar un sinnúmero de soluciones de escala menor, suministradas por empresas locales que diseñen soluciones a medida y garanticen un buen funcionamiento posterior, con programas de mantención y servicio técnico adecuado. Estamos hablando de soluciones inmediatas para caletas, pequeños poblados y balnearios, industrias en la costa, entre otros que hoy en día están sufriendo la escasez”, afirma Ivo Radic, gerente general de Vigaflow.
En cuanto a los costos, desalinizar el agua de mar en una planta pequeña puede costar alrededor de USD 10 el metro cúbico, incluyendo la inversión. Mientras que abastecer una pequeña comunidad con camiones aljibes puede llegar a los USD 25 el mismo m3, pero con una desalinizadora tendrían un servicio de mucho mejor calidad, con disponibilidad permanente y agua de calidad potable.
vía comunicado
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