10 de enero de 2011

Algas, un biocombustible de segunda generación


La producción y elaboración de biodiésel a partir de algas está cambiando el panorama de los biocombustibles. Considerando que para la obtención de biodiésel tradicional se utiliza un aceite vegetal como el de soja, girasol o palma y se le hace reaccionar con alcohol en presencia de ciertos compuestos químicos para producir ésteres grasos que constituyen el combustible. Pero el principal inconveniente es que los terrenos que se usan para estas siembras, no se pueden destinar a siembras de consumo humano, a diferencia de los biocombustibles de segunda generación como pueden ser los residuos agrarios, desechos forestales, o bien algas.

Estas últimas, al igual que las plantas, necesitan de tres componentes básicos para su desarrollo: luz solar, CO2 y agua. Estos elementos son fácilmente encontrados en diversos ambientes, y lo más importante, son fácilmente reproducibles artificialmente.

En este contexto existen muchos sistemas de cultivo de microalgas, como por ejemplo, los Fotobiorreactores. Estos incorporan luz (blanca y natural) y donde las condiciones (temperatura, CO2, etc) están más controladas que en sistemas abiertos. Son sistemas muy costosos pero que tienen un alto rendimiento en cuanto a la producción de aceite de algas, optimizando el espacio de cultivo versus el combustible obtenido.

Evidentemente que no todas las especies de algas tienen las mismas condiciones, por ello se buscan algas que contengan un alto contenido en lípido y que sean fácilmente cultivables.

Actualmente existen grandes avances en términos del rendimiento de los cultivos de algas como biocombustibles, lo que augura un futuro más que promisorio de esta tecnología.

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