Lo externo no es ajeno a nosotros

El Dr. Ramon Folch durante su intervención

La intervención de Ramón Folch con motivo del Día Mundial del Asma y de la presentación de Inspira para Padres y Madres en el Ayuntamiento de Barcelona, el pasado 7 de mayo, fue reflexiva y a mí me pareció también filosófica. En la mesa redonda participaba en calidad de experto en medio ambiente y representando a la Fundació Roger Torné, ya que forma parte de su Consejo Asesor.

Si se quiere resumir la esencia de su mensaje con una frase sin duda habría que decir que habló de la complejidad y de que lo externo no es ajeno a nosotros sino todo lo contrario. Pero, ¿qué quiso decir con esto y qué es lo externo?

Expuso, con gran convicción, que lo externo es todo lo que esta fuera de nuestro cuerpo pero que sin ello la vida humana no sería posible. Es más, nuestro cuerpo está diseñado para recibir y convivir con todo lo externo. Por tanto la pregunta del millón sería: ¿dónde termina lo humano y dónde empieza el entorno? ¿El aire de nuestros pulmones somos o no somos también nosotros? La digestión, dijo, no sería posible sin las células bacterianas, por tanto estas células que en muchos casos nos infringen enfermedades también nos permiten realizar una función vital para vivir. Folch nos recordó que en el cuerpo humano hay más células bacterianas que eucariotas, aproximadamente diez veces tantas células bacterianas como células humanas, especialmente en la piel y en el tracto digestivo. Sin embargo, en nuestra lógica cotidiana hemos separado lo que llamamos medioambiente de nosotros mismos y ha sido un grave error, ya que ha conseguido que nos creamos que el entorno no es fruto de nuestros actos y que su existencia no nos influye. Por ello, insistió en la necesidad de proteger el medio ambiente y arremetió contra la creencia de que la especie humana es ajena a él, asegurando que tal afirmación es una aberración ecológica.

Entre los argumentos que expuso cabe destacar el que hacía referencia a que en el largo proceso evolutivo del ser humano no se ha encontrado ningún gen del asma, por tanto ésta es producto de varios factores, pero muy especialmente de las partículas fruto de la combustión de los fósiles.

Motores diesel y gasolina. Foto: espormadrid

Un claro ejemplo de la complejidad a la que aludía el conferenciante, son los datos sobre la evolución del parque móvil europeo. En el 2012 habían 12 millones de vehículos nuevos, de los cuales la mitad están dotados de motores de gasolina y la otra mitad de motores diésel. La paradoja, dijo, es que durante años el diésel era apoyado porque desprendía menos monóxido de carbono pero más tarde se descubrió que emitía más partículas PM10. Y estas pequeñas partículas son las más peligrosas para la salud, porque las grandes se retienen en las vías respiratorias superiores y las pequeñas acceden a nuestros alveolos pulmonares. Folch insistió en que hemos construido un mundo y tenemos que cohabitar con él, lo cual nos obliga a crear pautas de comportamiento. El reto actual de nuestra civilización es saber reubicar todos los conocimientos alcanzados en un marco de acción y comprensión que dé sentido a todo y que nos permita un mejor control. Pero para él, lo más importante es que la sociedad lo entienda y lo integre en su escala de valores, ya que afirma que, en buena medida, estamos ante un problema químico de agentes desencadenantes de carácter ambiental.

Ramón Folch considera que el cambio medioambiental pasa, entre otras cosas, por avanzar hacia la motorización eléctrica, ya que mientras haya coches de gasolina y gasoil habrá un elevado porcentaje de asma especialmente entre la población infantil. Pero para ser realistas, añadió, el periodo de transición será largo y la sociedad deberá saber convivir con lo que hemos creado y a la vez ir cambiando los paradigmas, porque podemos hacerlo. Y entre todos, agentes sociales, gobernantes, y administraciones, convencernos de la obligación moral que tenemos hacia nosotros mismos y las futuras generaciones.

Por Marta Rosés

Publicado en fundrogertorne.org