11 de mayo de 2012

El ABC de la permacultura

permacultura

Una de las grandes desventajas de la agricultura tradicional, es que es un modelo que se aleja de la sostenibilidad. Por ejemplo, un bosque no requiere abonos ni pesticidas, y sin embargo crece con salud. En un bosque no hay “desechos”, todo lo que el bosque produce es reabsorbido por él mismo. El equilibrio que se produce en un bosque es el paradigma de sostenibilidad: podrían pasar milenios sin que ese sistema se colapsara. 

Tomando esta base se creo el concepto de permacultura, de las palabras “(agri)cultura” y “permanente”. priorizando la observación de la naturaleza para imitar patrones como ese. Proponiendo un sistema cooperativo, de este modo pueden beneficiarse los unos de los otros. Un ejemplo de ello es la práctica indígena de cultivar calabaza, frijol y maíz juntos: el maíz requiere un suelo muy fértil y agota los recursos de la tierra donde se cultiva. Ahí entra el frijol, que aporta nitrógeno y nutrientes al suelo. Gracias al maíz, el frijol puede crecer hacia arriba sin exceso de trabajo por nuestra parte. Tanto el maíz como el frijol deben agradecer a la calabaza que cubra el suelo, evitando malezas y conservando la humedad. Inteligente ¿verdad? 

La permacultura tiene como objetivo final alcanzar una cultura para la permanencia: sistemas integrados, funcionales y perdurables. Siendo una respuesta activa frente a la crisis ambiental que vivimos. 

Esta forma de visualizar el desarrollo sostenible, también se puede aplicar a otros sistemas, como por ejemplo el desarrollo urbanístico de una ciudad. 

La ciencia de la permacultura permite diseños eficientes y sostenibles que se puedan autoregular a largo plazo, proporcionando una perfecta interacción de todos los elementos.

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