15 de junio de 2011

El despegue comercial de los biocombustibles hechos de algas depende ya sólo del costo de elaboración

biocombustible de algas

En una iniciativa en la que colaboran expertos de varios departamentos, un grupo de científicos e ingenieros de la Universidad de Arizona estudia formas de optimizar la producción de biocombustibles a partir de las algas. Entre los especialistas implicados, cabe destacar a Joel Cuello, Mark Riley, Kimberly Ogden y Stanley Pau.

El reto es hallar el mejor modo de utilizar los factores ambientales para controlar la velocidad a la que las algas crecen y producen lípidos, con el fin de maximizar la producción y, al mismo tiempo, reducir el coste de los recursos necesarios para cultivarlas. En este momento, el costo de producción aún supera el valor del producto final.

Una manera de reducir el costo de producción es usar aguas residuales, parcialmente tratadas, para cultivar las algas. En un sistema así, éstas purifican el agua mediante la absorción de nutrientes tales como nitrógeno y fósforo, y, a su vez, se elimina la necesidad de utilizar costosos fertilizantes para suministrar a las algas los nutrientes que necesitan. Las aguas residuales contienen nitratos y fosfatos que necesitan ser retirados de todos modos, así que usar algas para el proceso podría tener una doble utilidad.

Uno de los desafíos es la selección de una especie que produzca los lípidos adecuados a la velocidad requerida. Hay algas que crecen muy deprisa, pero en general producen muy poca materia prima para la elaboración de combustibles. En el extremo opuesto, hay algas que crecen muy despacio, pero producen mucha materia prima. Así que el desafío es cómo mezclar ambas características para maximizar la cantidad de materia prima.

En cuanto a las instalaciones para cultivarlas, se barajan dos opciones: biorreactores, o, por el contrario, simples estanques al aire libre.

Los biorreactores son contenedores más aislados del entorno que un estanque. En ellos se pueden controlar diversos factores ambientales del interior, como la luz, la temperatura y el pH. El inconveniente es que son más caros que los estanques, en los cuales, como contrapartida, es más difícil controlar la temperatura del agua y otros parámetros.

Los investigadores están experimentando con un estanque al aire libre en Tucson, Arizona.

Aunque la principal línea de investigación se centra en la producción de lípidos, también se mantiene otra orientada a aprovechar la capacidad de producir hidrógeno que tienen algunas algas, como la Chlamydomonas reinhardtii. El hidrógeno es otro combustible alternativo que está generando mucho interés en los últimos años.

Por solociencia.com

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