14 de abril de 2011

Fukushima: un Chernóbil a cámara lenta

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Japón asume al fin la gravedad de Fukushima. La empresa admite que la radiación puede superar la de Chernobil 1986.

El sector crítico con la energía nuclear había hecho suya una frase: “Fukushima es un Chernóbil a cámara lenta”. Ayer, más de un mes después del tsunami que dañó gravemente cuatro de los reactores de la central nuclear, el Gobierno japonés vino a reconocer algo así al calificar el accidente como un 7 en la escala internacional INES.

El 7 es el nivel máximo y solo Chernóbil (Ucrania, 1986) lo había alcanzado. Aunque Tokio se empeñó en demostrar las diferencias con la central soviética, la compañía eléctrica dueña de Fukushima, Tepco, admitió que la fuga radiactiva, para la que no ve fin, puede acabar superando la de Chernóbil.

El 22 de marzo, 11 días después del terremoto, el Instituto francés de Radioprotección y Seguridad Nuclear dio su cálculo de cuánto había emitido la nuclear. Estimó que la emisión de cesio 137 fue de 10.000 terabequerelios (un 1 seguido de 16 ceros) mientras que la de yodo 131 fue de 90.000 terabequerelios. Eso, afirmó, suponía un 10% de lo que emitió Chernóbil.

Tokio no dio hasta ayer su cálculo sobre la magnitud del escape. Y sus conclusiones son similares a las que Francia dio 20 días antes. Japón calcula que la emisión de yodo 131 ronda los 140.000 billones de bequerelios y la de cesio 137 los 9.000 terabequerelios.

Lo importante no es la primera cifra, sino el número de ceros: 17 para el yodo y 16 (o casi) para el cesio. En Chernóbil, la fuga, medida en bequerelios, tuvo 18 ceros para el yodo y 17 para el cesio. De ahí que los dos países cifren el escape en el 10% de Chernóbil.

Con el cálculo de la fuga, Japón elevó la gravedad del accidente hasta el 7, el máximo. Ese nivel es obligado cuando hay “liberación grave de materiales radiactivos con amplios efectos en la salud y el medio ambiente”. La calificación no es arbitraria, sino que debe evaluarse así cuando hay emisión de “decenas de miles de terabequerelios de yodo 131″, lo que ocurre en Fukushima.

El cambio de criterio lo hizo público en rueda de prensa televisada Hidehiko Nishiyama, subdirector de la agencia japonesa de seguridad nuclear (NISA). El infatigable Yukio Edano eludió ayer la pregunta y se remitió a la comparecencia posterior de Nishiyama, otra de las caras de esta crisis.

Nishiyama puso todo el énfasis posible en desmarcar el accidente del de Chernóbil. Para ello dio cinco argumentos: que la fuga es solo un 10% de la de la central soviética; que aquí no hay muertos por la fuga radiactiva mientras que en Chernóbil murieron 29 trabajadores directamente por la radiación mientras que en Japón solo 21 trabajadores han recibido más de 100 milisievert (la dosis máxima anual para un empleado nuclear); porque la explosión en Fukushima ha sido de hidrógeno y no del núcleo del reactor, y porque en Fukushima pueden seguir los trabajos para intentar controlar la central mientras que en Chernóbil no se podía entrar. “En Fukushima por supuesto que no ha pasado esto”, dijo Nishiyama, que pareció apuntar a un mal diseño de la escala INES.

Sin embargo, en otra rueda de prensa, la compañía Tepco lanzó un mensaje mucho menos comedido: “La fuga radiactiva no ha terminado y nuestra preocupación es que pueda superar la de Chernóbil”. Nadie aventura que Japón vaya a controlar pronto Fukushima. Ayer, una réplica del seísmo de magnitud 6 en la escala de Richter provocó un incendio y humo en uno de los reactores, que fue rápidamente sofocado.

Eduardo Gallego, profesor de Ingeniería Nuclear en Madrid, explicó que “las cantidades liberadas de yodo 131 serían equivalentes a un 6% del total acumulado en el reactor número 2 o en el 3. La mayor parte debe de provenir del 2, cuya contención es-tá dañada”. Y añadió: “Del cesio 137, el porcentaje liberado sería equivalente a un 3% del acumulado en el combustible del reactor 2 o del 3. Es muy probable que una parte se haya liberado también desde las piscinas de combustible gastado”. Es un porcentaje pequeño, que a la vez implica que, hasta que Japón no controle Fukushima, queda mucho dentro de los cuatro reactores dañados.

Tras los mensajes confusos, el primer ministro japonés, Naoto Kan, negó de nuevo en un discurso televisado que hayan ocultado información: “Lo que puedo decir de la información que me llega -por supuesto el Gobierno es muy grande y no tengo toda la información- es que ninguna información ha sido eliminada u ocultada tras el accidente”.

Kan pidió a los japoneses no afectados que mantengan su vida diaria, que compren productos de la zona azotada por el tsunami y pidió unidad para superar la peor crisis desde la II Guerra Mundial.

FUKUSHIMA
El accidente de Fukushima ha causado hasta ahora emisiones radiactivas estimadas entre un 7% y un 12% de las provocadas por Chernóbil, pero los reactores afectados siguen filtrando radiación. La central japonesa cuenta con estructuras de contención y las explosiones registradas en los primeros días las han afectado pero no destruido. A diferencia de Chernóbil, donde decenas de trabajadores murieron en pocas semanas, en Japón no se han registrado muertos por radiación.

Escala de sucesos nucleares

  • Nivel 1. Anomalía.
  • Nivel 2. Incidente.
  • Nivel 3. Incidente importante, con nivel de radiación superior a 10 veces el límite establecido.
  • Nivel 4. Accidente con consecuencias de alcance local.
  • Nivel 5. Accidente con consecuencias de mayor alcance.
  • Nivel 6. Accidente importante, con liberación significativa de materiales radiactivos.
  • Nivel 7. Accidente grave, con liberación de material radiactivo con amplio efecto sobre la salud y el medioambiente.

CHERNÓBIL
El desastre de Chernóbil provocó una contaminación radiactiva grosso modo diez veces superior a la ocasionada hasta ahora por Fukushima. El accidente fue especialmente grave porque la central carecía de estructura de contención. Además, el reactor afectado sufrió una fuerte explosión, que disparó la contaminación a gran altura y distancia. El incendio posterior a la explosión ardió durante diez días, echando una pluma de radiación al aire sin freno.

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